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Nuevos símbolos nacieron en la última semana en la política argentina. “San José 1111”, “Cristina en el balcón” y “la tobillera de flores”, son importantes para entender el enojo de algunos, la esperanza y la emoción de otros, así como las jugadas de un Poder Judicial que se preocupa por dar “una de cal y otra de arena”.
La multitudinaria marcha del miércoles 18, los mensajes grabados de Cristina, el desconcierto del Poder Judicial y la cartera de Seguridad ante la gente que espontáneamente va a la casa de la ex presidenta, así como la imagen de dirigentes peronistas que hasta una semana atrás se detestaban hablando amablemente, dan pie a una pregunta cuya respuesta es clave para entender el futuro de la política nacional.
¿La prisión de Cristina es el comienzo de la unidad del peronismo o el inicio del declive del kirchnerismo y de la ex presidenta?
“La marcha fue como un ‘partido homenaje’, fueron a despedir a CFK”, sentenció el presidente Javier Milei. Esta es la postura que gana espacio en el gobierno. Mientras la inflación siga bajando y el dólar se mantenga dominado, se va a ganar en las urnas y la luz de Cristina se irá apagando. Esto lo refleja bien Guillermo Francos. El jefe de Gabinete -que había pedido la prisión domiciliaria de CFK, para frenar la marcha del miércoles 18 a Comodoro Py-, asegura que “el apoyo a la ex presidenta irá decayendo con las semanas y nosotros vamos a ganar en las elecciones de octubre”.
Sin embargo, hubo algunas señales que alertaron al Gobierno. Aunque la ministra Patricia Bullrich salió a decir, con una asombrosa exactitud, que en la marcha a Plaza de Mayo hubo apenas 84.200 personas, saben que la cifra real fue mucho más grande y que se movilizó una multitud que no calculaban.
La potencia de los mensajes de Cristina Kirchner y que fuera escuchado por miles de personas en dos actos en apenas dos días, le encendieron algunas alarmas.
El balcón de Cristina Kirchner se convirtió en el gran protagonista y arrasó en los medios tradicionales y en las redes, superando por mucho al propio Milei.
Como era de esperar, la prisión le sumó fuerza a la palabra y a la figura de Cristina. La pudieron sacar de la batalla electoral, no de la política.
Su figura creció y el balcón de la calle San José ocupa la centralidad política. Tanto es así que los medios -incluso los más oficialistas-, le dieron mucho más espacio al mensaje de Cristina y al banderazo en el Parque Lezama que al acto oficial de Javier Milei en la Cancha de Polo en Palermo. Cristina lo barrió a Milei de la atención mediática.
Tanto el Gobierno como el Poder Judicial buscan aislar a la ex presidenta. Órdenes judiciales confusas, visitas restringidas y hasta una absolutamente innecesaria tobillera electrónica.
La Corte Suprema buscó hacer equilibrio político y emitió un fallo contra Mauricio Macri, a quien la ex presidenta acusa de ser quien influyó en los magistrados para que la condenen. La Corte rechazó la recusación que planteó el ex presidente de Correo Argentino, Jaime Cibils Robirosa, contra los jueces Eduardo Farah y Roberto Boico, miembros de la Cámara Federal porteña.
El vaciamiento del Correo es la causa que más preocupa a Macri y, pese a los largos años que lleva de trámite, no ha tenido avances importantes, como todas las causas que enfrenta el ex presidente. Una de cal y una de arena. Pero igual Macri sigue muy lejos de una condena.
El viernes, el Gobierno montó un operativo para intimidar a los militantes que se acercan a San José 1111. Decisión de la ministra Bullrich utilizando, algunos dicen ilegalmente, las fuerzas federales. Para evitar caer en la provocación, la expresidenta le pidió a la militancia que traslade el banderazo que se iba a realizar en la puerta de su casa a Parque Lezama. En ese acto, envió un mensaje en el que aseguró que el objetivo de la Casa Rosada es “generar conflicto y caos”.
En Parque Lezama se reunió una multitud y se escuchó otro mensaje grabado desde su casa de reclusión.
Y la tan mencionada tobillera, fogoneada por el periodismo militante mileinista, fue convertida por unas jóvenes en un símbolo. Muchas mujeres llegan a San José 1111 con flores en sus tobillos.
El peronismo busca ahora romper la tendencia a la disgregación y el internismo y generar un proceso de unidad reincorporando a varios de los que se habían alejado. Aprovechar la movilización que reapareció tras mucho tiempo de apatía partidaria, de la mano del mensaje de Cristina: “Vamos a volver”.
Son dos elecciones que se vienen este año, la de septiembre en territorio bonaerense y la de octubre. En ambas será inevitable el juego de las figuras de Milei y Cristina.
“Ya estamos casi en dos dígitos de desocupación en los principales centros industriales del país, retornando a los peores recuerdos de nuestra Argentina”, advirtió Cristina en su mensaje en Parque Lezama. Y agregó: “Un modelo insostenible en la práctica y en los hechos. Un modelo que, indefectiblemente, tarde o temprano se cae”. Por eso, insiste, el peronismo debe estar organizado. Para volver a gobernar. Para volver con un proyecto.
“Quedémonos con la foto más linda, que es la foto todos juntos, las banderas argentinas, con alegría, con amor, con fuerza” dijo para cerrar el mensaje y evitar que la gente llegara a San José 1111. Igual, algunos llegaron hasta allí. En paz y tranquilidad, como todos los días.
El peronismo tiene un gran desafío por delante. El de la unidad. ¿Podrá lograrla? Cristina presa es un símbolo, una referencia y una palabra que puede organizar. Esto parece recién comenzar.
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