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Hace seis años, distanciados por casi 3 mil kilómetros, Alejandro Basualdo (46) e Iván Del Papa (40) se comunicaron por primera vez.

Alejandro vivía en El Calafate desde 2015, adonde se había mudado desde Chivilcoy por motivos laborales. Iván vivía en Chacabuco.

“Nos conocimos a través de una aplicación, en ese momento hacía radio en El Calafate y también transmitíamos por Facebook. Empezamos a chatear y nos pasamos los números”, cuenta Alejandro a La Opinión Austral.

Las conversaciones telefónicas y por chat continuaron durante unos tres meses. En diciembre de 2018 Alejandro tenía que viajar a Chivilcoy y después de saber que Iván vivía a menos de una hora de viaje, en Chacabuco, acordaron encontrarse.

“Había un interés y cuando nos conocimos personalmente, fue mucho mayor, supimos que había una conexión que se podía percibir a través del chat”, dice Iván.

En enero de 2019, cuando Iván visitó a Alejandro en El Calafate.

En enero, Iván viajó a El Calafate y en marzo, Alejandro lo hizo a Buenos Aires, oportunidad en la que además se conocieron entre familias.

Sabíamos que después de eso no había vuelta atrás, a partir de ahí había que dar un próximo paso que era vivir juntos, empezamos a charlar y tomé la decisión de venirme para acá”, repasa Iván, quien en mayo de 2019, cinco meses después de conocer a Alejandro, se mudó.

Soy muy de tirarme al agua rápido, me la juego rápido“, reconoce y afirma que “no fue una decisión difícil de tomar”.

“Uno no está obligado a tomar decisiones que no tenga ganas de tomar, nunca sentí como un peso que viniera Iván”, comenta Alejandro y plantea que “era un desafío para ambos porque salteábamos determinadas normas que tienen que ver con el noviazgo, fue romper con las estructuras de ponerse de novio, casarse, nosotros convivimos y al año nos casamos. No dudábamos del sentir y el amor que nos tenemos“.

La conexión

Pasar de la comunicación mediada al encuentro en persona podría haber cambiado la imagen que inicialmente tenían uno del otro, pero para ellos la experiencia fue otra.

“Ambos decimos que en ese primer encuentro era como si nos conociéramos hace muchoera como un reencuentro. Compartíamos los mismos valores, nos jugábamos el todo por el todo y creo que eso fue lo que amalgamó más esos encuentros, y que él se mudara”, explica Alejandro.

“Cuando vino en enero no me tomé vacaciones, ni días. Era: ‘Voy a mostrarte cuál es mi vida en El Calafate, entro a las 08:00, salgo a las 20:00 del laburo, no te voy a vender algo que no es’ y creo que eso también fortaleció la relación, conocerse desde ese lugar. La conexión que tuvimos en ese primer encuentro, en ese primer beso y en ese primer abrazo en la terminal de Chivilcoy era de: ‘A este lo conozco de hace mucho’, ese era el sentir”.

Militar derechos

El 15 de julio de 2010 se sancionó la Ley 26.618 de Matrimonio Civil. ¿Dónde estaban ellos? “Militando“, contestan al unísono. Iván seguía la transmisión desde su casa, Alejandro en el Congreso, ambos aguardaban la votación de una ley pionera en América Latina.

“¡No queremos, no queremos, no queremos esa ley, el matrimonio se forma entre un hombre y una mujer!”, coreaban algunos grupos durante las marchas en contra de otorgar un derecho y desde las bancas en el Congreso estaban quienes esgrimían que “la relación hombre-mujer es una relación fértil y la relación homosexual es una relación estéril” o “nosotros tenemos chicos para adoptar y acá van a venir a llevarse a nuestros chicos”.

Alejandro e Iván llegando al Registro Civil.

“A nosotros nos quedaron muy grabadas las imágenes de esa contramarcha que estaba muy encabezada por la iglesia”, recuerda Alejandro y analiza que “hoy, en el momento político social en el que estamos, esos discursos suenan mucho más, pensábamos que estaban desarraigados de la sociedad, pero nos dimos cuenta que estaban ocultos y esperando salir. Desde el Gobierno nacional no hay buenos mensajes hacia los colectivos minoritarios de la sociedad. Hoy cuando escuchamos esos discursos automáticamente los asociamos no sólo con la Ley de Matrimonio Igualitario, sino también con la de Identidad de Género y las leyes que vinieron después, muchos mensajes nos traen a la memoria emotiva aquel momento donde los mensajes de odio eran muy parecidos“.

La propuesta

A mediados de 2019, Alejandro hizo la pregunta. “Fue una cuestión espontánea y no fue tan romántico como se lo propuse“, cuenta entre risas y explica que “estábamos comiendo en el Casino y le dije: ¿Te querés casar conmigo? No me contestes, voy al baño y vuelvo‘. Y cuando volví, me dijo: ‘Sí, obvio que me quiero casar con vos'”.

Fijaron fecha para mayo, pero ya que la familia de Iván iba a viajar a Santa Cruz en enero, decidieron adelantarlo. Se casaron el 17 de enero de 2020, fue el primer matrimonio igualitario del año en El Calafate y el único por mucho tiempo, ya que la pandemia por Covid-19 llegaría en marzo para quedarse por largos meses.

Rodeados de familiares y amigos, Alejandro e Iván dieron el “sí”.

Después de la ceremonia en el Registro Civil, compartieron una fiesta “muy sencilla, muy a pulmón” que se extendió hasta la noche.

Pero… ¿por qué decidieron casarse? “Fue algo que ambos militamos soportando esos discursos de odio, soportando esas contramarchas donde decían que éramos unos enfermos, que íbamos a venir por sus hijos y un montón de cosas que ahora, en discursos y también en conductas, están regresando, no olvidemos que tenemos a tres compañeras del colectivo lésbico que fallecieron (NdR: el triple lesbicidio de Barracas)”.

“Nosotros tenemos que seguir militando desde el amor y también desde lo revolucionario, Argentina fue el primer país que tuvo el matrimonio igualitario. Siempre promulgando desde la concientización y la desnaturalización de la violencia hacia las minorías, en el marco de un gobierno a nivel nacional que saca ministerios, secretarías y ve (a la diversidad) como la veían en ese momento de las votaciones, con esa misma tonalidad de violencia. Lamentablemente, salieron de las napas estos pequeños dinosaurios para los que pareciese somos el enemigo y en realidad, nosotros venimos a construir una sociedad más igualitaria y más inclusiva“, sostiene.

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El casamiento tuvo lugar el 17 de enero de 2020.

Sobre el vínculo, señalan que internamente no se vio modificado por el matrimonio y “seguimos teniendo la misma relación, el mismo amor, el mismo acompañamiento, siempre decimos que somos compañeros más que esposos. La decisión fue desde el amor“, sostiene Alejandro.

“También es plasmar ese amor en algo civil, donde como concubino puedo tener acceso a una obra social, a una jubilación, como una pareja heterosexual”, agrega Iván.

Hay muchos compañeros que militaron por la causa, no pudieron disfrutar de este derecho y quisimos reivindicarlo desde ese lugar. Estuvieron muchos años en pareja y al no existir la ley y fallecer uno de ellos, con sus pertenencias, muchas o pocas, se quedaban sus familiares, los mismos que los habían expulsado de sus hogares. Encima que te echaban, se quedaban con lo poco o con lo mucho que pudo construir la persona con un otro y no podía conservar ni siquiera la mesa donde compartían el almuerzo y la cena. También tomamos esa decisión por eso, al ser militantes, sabíamos que había un plus en esta unión“, explicó Alejandro.

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Alejandro e Iván se conocieron en 2018 a través de internet y se casaron en 2020.

Iván y Alejandro cumplieron ya cuatro años de casados y para Iván que el amor perdure tiene que ver con “el compañerismo. Si bien hace casi seis que nos conocemos, me sigo sorprendiendo, sigo conociendo cosas de él y cada día me enamoran más un montón de cosas, tenemos problemas como todas las parejas, no vivimos en un lecho de rosas todos los días, pero también saber afrontar pequeñas problemáticas que uno tiene como pareja hace que se retroalimente el matrimonio“.

Todos los días encuentro algo que me enamora más. La militancia también hace que compartamos mucho, vamos mucho a la par, para nosotros la comunicación es fundamental. La unión hace la fuerza y creo que es lo que más me enamora”, señala.

Dice Alejandro que la palabra “amor es un concepto muy abstracto, ese sentir que tenés un compañero al lado que te acompaña y que es un ida y vuelta de proyectos y a veces de locuras, creo que eso tiene que ver con el amor y las ganas de ver feliz al otro. El acompañamiento de cada situación, mi compañero de vida se ha fumado que casi me muera cuando estuve en terapia intensiva. La comunicación, la confianza y la libertad que tenemos va de la mano de algo que es fundamental, que es respetarnos, respetar las decisiones, acompañar en las decisiones y ser parejos”.

En la Marcha del Orgullo en El Calafate, en junio de 2022.

Este 14° aniversario de la Ley de Matrimonio Igualitario tiene un peso mayor en Argentina.

“Como fundador de la ‘orga’, a veces me pasa que siento que estamos en un momento en que retrocedimos un montón de años respecto a derechos, la militancia es donde hay que estar, hay que estar en el frente con nuestras parejas, con nuestros amigues, con todo aquel que quiera acompañar la lucha. No olvidarnos de dónde viene la lucha, a quiénes les debemos los derechos que tenemos, como Carlos JaureguiLohana BerkinsDiana Sacayán y muchas otras y otros compañeros, y por respeto a ellos también, luchar”, dice Iván, quien es fundador de la organización Diversidad Calafate.

“Al ser militantes, sabíamos que había un plus en esta unión”.

ALEJANDRO BASUALDO

Sé que es un momento difícil para nosotres, pero me parece que tenemos que poner en práctica todo lo que aprendimos y todo lo que militamos“.

“Los derechos ganados son nuestros y hay que defenderlos como podamos. La resistencia y la lucha en este momento son importantes y la salida es colectiva”, afirma Iván.

En este sentido, Alejandro acota “hay una generación de chicos, chicas y chiques que va a pelear y va a defender los derechos como los defendimos nosotros. Hay que empezar a trabajar con las nuevas generaciones, no necesariamente del colectivo, sino con otros compañeros, compañeras y compañeres que estén interesados en las diversidades, hoy hay otros abanicos de diversidades, que no tengan miedo, está la ‘orga’ para acompañarlos, no están solos, si nos tocan a uno, tocan a todos. Ya estuvimos mucho tiempo encerrados, ocultos, hoy más que nunca es el momento de salir y decir: Estamos.

Leé más notas de Belén Manquepi Gómez

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