En el marco de las actividades organizadas al conmemorarse 42 años de la gesta de Malvinas, este domingo se realizó la colocación de placa “VGM Alejandro Alegre” a las oficinas donde funciona el Departamento Malvinas del Municipio de Río Gallegos, ubicadas en Beccar y Río Negro.

Bajo el título “Jorge Alejandro Alegre, un héroe olvidado”, el periodista e investigador Miguel Auzoberría publicó, hace ya algunos años en el sitio web Cruel en el cartel, un artículo en el que recorre la biografía del excombatiente riogalleguense.

“El 19 de julio de 1962, nacía en la clínica Borelli de Río Gallegos, el hijo de Jorge Alegre y Beatriz Ferrero; se llamaría Jorge Alejandro. La felicidad familiar en ese momento, jamás hubiese imaginado que 20 años después, vivirían con angustia la suerte de ese muchacho bajo bandera en las Islas Malvinas”, inicia el texto.

“Por aquellos años sesenta, los Alegre eran conocidos en Río Gallegos, Alejandro -como lo conocíamos todos – era nieto de don Simón Alegre, un inmigrante libanes que llego al país en 1910 y que por los años veinte, abre la tienda llamada La Preferida“.

“Alejandro cursó hasta el quinto grado de sus estudios primarios en el Colegio Salesiano ‘Nuestra Señora de Luján’ y los terminó en el departamento de aplicación anexo al IDES (hoy secundario 70)”.

“El colegio secundario lo cursó hasta segundo año inclusive en la Escuela Nacional Normal Superior República de Guatemala, allí fue donde lo conocí. Y como ambos vivíamos en el barrio APAP, regresábamos juntos. La escuela funcionaba de 17:00 a 21:10, y se imaginan que en invierno ya entrabamos de noche”, repasa Auzoberría.

Alejandro Alegre.

“Los que vivíamos avenida San Martin al fondo era un lindo grupo, estaban Alejandro, el Negro López, Juan Oliver, y algún que otro hijo de militar que vivía en el barrio al lado del regimiento, los cuales tenían el privilegio que un colectivo del ejercito los buscaba. Seguramente alguno de esos compañeros se apiadó de nosotros los “civiles”, y comenzaron a llevarnos a todos, nos bajamos en San Martín y Diagonal Paradelo, el ómnibus ahí ya doblaba para ingresar al barrio militar. Las primeras semanas viajábamos calladitos, y ordenados en cada asiento, “como soldaditos”, pero con el tiempo fuimos soltándonos, y tomando confianza“.

“Hasta que un día, ya fue demasiado para el rígido chofer. Yo venía parado hablando a los gritos, el chofer grita aún más fuerte y me ordena que me siente, desoí su orden. Detuvo su marcha y me indico que me baje del colectivo. Resignado bajo, mientras Alejandro se reía, camino unos pasos puteando por lo bajo, cuando detrás mío siento alguien que me dice, “para, para, que el milico de mierda, me bajo a mí también”, era Alejandro. Nos habían desembarcado a la altura donde hoy está el monumento a los caídos de Malvinas. No habíamos hecho ni la mitad del camino”, recuerda la anécdota.

“Continuamos caminando, riéndonos y echándonos culpas. Que se vayan al carajo, no somos colimbas”.

“Al término de ese segundo año del Nacional, su familia se trasladó a Libertad (Merlo) en la provincia de Buenos Aires. Muchas veces pienso los cruces de la vida, de allí de Libertad, salió Andrés Fernández otro de los jóvenes soldados de Malvinas, que hace décadas vive en Río Gallegos”.

 Alegre cumplió con el servicio militar obligatorio en el Escuadrón de Caballería Blindada X en el regimiento VII de La Tablada, en 1980.

“Cumplido su servicio militar y ya de baja, en 1982 es convocado y movilizado a las Islas Malvinas. Estuvo en las Islas desde el 10 de abril hasta el final de la guerra”.

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La agenda del Instituto Dra. Elsa Mabel Barbería.

“Alejandro combatió y participó en las batallas de Monte Longdon, Harriet, y Dos Hermanas. Consideradas las más crueles y duras contiendas de la guerra. Alejandro fue valorado por sus compañeros y jefes militares por su gran espíritu de colaboración y su predisposición a mantener en alto el ánimo del grupo”, destaca.

Al finalizar los combates, fue trasladado al continente, siendo alojado en el Hospital de Comodoro Rivadavia, hasta donde se trasladaron sus familiares. El 15 de julio de 1982 regresaba a Libertad con sus seres queridos.

Fin de la guerra

“Cuando terminó la guerra, cuando el proceso militar entró en su retirada del gobierno, y hablaban de “Cese del Fuego”, no querían decir “derrota”; decían “evacuación”, no querían decir “retirada”; y lo peor escondían a los soldados a los que el pueblo argentino quería recibir con los brazos abiertos”.

“Por aquellos días era todo desinformación, rumores que corrían por todo el país, historias de “locos de la guerra”, de mutilados que no querían volver a sus hogares para no ser una carga, miles de historias terribles y delirantes. Aquí en Río Gallegos, llegó la historia de que Alejandro había quedado en las Islas. Con esa idea nos quedamos“.

“A fines de ese 1982, en Buenos Aires se realizaba el festival Buenos Aires Rock, allí fui. Y en aeroparque me cruzo con Alejandro, no lo podía creer. “Sí soy yo, no estás viendo un fantasma“, me dijo con su humor de siempre. Nos abrazamos, conversamos hacía mucho que no nos veíamos. En esos días había ocurrido un incidente en un acto, donde excombatientes repudiaron a varios jefes que recibían medallas, Alejandro estuvo ahí, me contaba los detalles con una sonrisa. Yo ya debía regresar: “Avisa a los conocidos que no me morí” me despedía con su sonrisa de siempre”.

“Pasaron un par de años sin saber de Alejandro. Hasta que un día, mirando en la tele el programa “El Espejo”, que se encontraba en Río Gallegos, me lo encuentro, en la ría estaban entrevistado en su carácter de excombatiente de Malvinas en busca de un trabajo, de un destino en el sur, así lo planteaba el periodista que lo entrevistaba”.

“Alejandro ya venía participando en las primeras organizaciones de “Exsoldados de Malvinas”. En 1986 ingresa a la Municipalidad de Río Gallegos, a través de la ley 23.109 de beneficios a los excombatientes que hayan desarrollado acciones bélicas en el Atlántico Sur. Año por demás importante para Alejandro ya que ese año nació su hijo Nicolás. Hijo que tuvo con Claudia Graciela Oszlak, su novia y compañera desde la adolescencia con quien se casó el 19 de abril de 1985″.

“Reinserto en la ciudad que lo vio nacer, Alejandro fue un activo militante de la causa de Malvinas, participó en la formación del centro de veteranos, siempre participó en los desfiles; propuso la prolongación de la calle Isla Soledad, hasta su domicilio”.

“Su compromiso no fue solamente con la causa Malvinas, ya que también fue un activo delegado gremial, y en reconocimiento a su labor el Sindicato de Obreros y Empleados Municipales, inaugura tras su muerte una plaza con el nombre Compañero J. Alejandro Alegre“.

Alejandro falleció el 26 de octubre de 1993, de cáncer, “enfermedad a la que le dio pelea con su espíritu inquebrantable”. Sus restos descansan en el cementerio local.

“Río Gallegos, está en deuda con la memoria de Alejandro Alegre. Solo lo recuerda una foto en la galería que tiene la Municipalidad homenajeando a empleados que participaron de la Guerra de Malvinas. Sólo una humilde plazoleta lleva su nombre y fue por iniciativa del gremio de los obreros municipales. Una rotonda de nuestra ciudad lleva su nombre, aunque hace varios años que no posee el cartel que así lo identifique”.

“Es más, en el año 2017 a pedido de la Comisión Provincial de Veteranos de Guerra se solicita imponer a distintas arterias de Río Gallegos, el nombre de veteranos de la guerra en las Islas Malvinas. Treinta y seis eran los nombres, en ese momento solo dos habían fallecido. Pero en ese merecido homenaje estaba la dolorosa ausencia de Alejandro Alegre”.

“Esta tremenda injusticia con un hijo de Río Gallegos debe ser saldada”, sostiene el autor, “y este año es la oportunidad para reconocer a nuestro héroe VGM Jorge Alejandro Alegre, que todos sepan, no sólo aquellos empleados municipales que compartieron con él, aquellos que circunstancialmente lo conocimos. Esta ciudad que ha crecido mucho desde los días de su nacimiento, y de esos últimos ocho años de vida aquí, deben saber que un riogalleguense que defendió nuestra soberanía en las islas del atlántico sur y regresó no sólo a su patria, también regresó a su pueblo“.

“Quienes conocimos a Alejandro estamos esperando el gran reconocimiento que se merece, ya algo ha comenzado a suceder desde el Instituto Dra. Elsa Mabel Barbería que lo ha incluido en su agenda brindando datos biográficos que fueron tomados para este artículo. Tal vez las instituciones educativas por las cuales Alejandro transitó puedan hacer algún acto durante este año que se conmemora los 40 años, ya que Malvinas nos une; y estamos viviendo tanto orgullo malvinero, es hora ya de sentir ese gran sentimiento por Alejandro Alegre“.

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