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Era 1989, cuando Claudio Perusini estaba de visita en Río Gallegos y al ver el edificio del Colegio Salesiano, ubicado en calle Fagnano 142, preguntó si podía ingresar. Fue Luis García Padrón quien lo recibió, lo autorizó y sin perderle un solo paso, le preguntó quién era. Así supo que era santafesino y graduado de la Facultad de Filosofía y Teología de San Miguel, provincia de Buenos Aires, su perfil le interesó y le ofreció sumarse como docente a la Casa Salesiana.
En Santa Cruz, Claudio formó su familia junto a María Laura Baranda, nacieron Juan Francisco (32) e Ignacio Antonio (31). Desarrolló su carrera docente mayormente en la capital provincial, enseñando en la Casa Salesiana, en la Escuela Primaria N° 15 “Provincia de Santiago del Estero” y en el Colegio Secundario N° 25 “Lago del Desierto“. Enseño filosofía a cientos de alumnos y alumnas, entre ellas a la periodista de La Opinión Austral que escribe esta nota.
Años después se mudó a Lago Posadas, donde abrió y fue el primer rector del Colegio Secundario N° 29. Con el tiempo, llegó el momento de la jubilación.
“Mi señora me regaló un curso para que haga cerveza artesanal, siempre me gustó, pero como era profesor no le tenía que dar mal ejemplo a los alumnos”, cuenta Claudio entre risas a La Opinión Austral, diario del que, contó, es lector.
Así fue que una vez jubilado, comenzó con “Sabores del Posadas“, su propia cerveza artesanal, y bautizó Clara, Morena y Colores a la rubia, a la negra y a la roja, en referencia a sus perras.
Con el agua del lago Posadas mezclada con otros ingredientes que lleva desde Santa Fe, sale “una cerveza riquísima”, afirma.
La opinión era unánime y la demanda de cerveza, alta. La dedicación a la producción artesanal comenzó a desgastarlo, “estaba pasado de vueltas”, reconoce. Entre evento y evento cervecero, viajó con su familia de vacaciones a Entre Ríos y cuando regresó a Santa Fe, sufrió un accidente cerebrovascular.
Ese 25 de julio de 2017 a las 05:00, perdió totalmente el conocimiento. Tenía un “ictus isquémico con infarto hemorrágico en varias zonas, coma profundo, sepsis, shock séptico resistente, con fallo multiorgánico“.
“Estamos sorprendidos y alegres con la santificación”.CLAUDIO PERUSINI
Había ingresado en la unidad de cuidados intensivos en “estado comatoso, el TAC muestra un infarto muy extenso del tronco encefálico. Pronóstico poco auspicioso o muy reservado, con muy pocas posibilidades de volver a la vida normal debido a las lesiones cerebrales irreparables“, señala Vatican News.
En el Hospital José María Cullen, estuvo internado hasta la primera semana de agosto, luego pasaría a terapia intermedia, donde fue evaluado y finalmente, trasladado al Hospital de Rehabilitación Vera Candiotti.
El 25 de julio de 2017 a las 05:00, Claudio Perusini perdió totalmente el conocimiento.
El docente no veía, no hablaba, no se movía. “Su estado era vegetativo. Respondía algunas pequeñas órdenes, como apretar la mano o seguir el dedo con su vista”, indica María Laura Baranda a La Opinión Austral.
El pronóstico era que las primeras 24 horas “no las iba a pasar, yo de ahí partía”.
“Tengo un compañero de secundaria que es jesuita, es el obispo Ernesto Giobando, cuando en Buenos Aires él se entera de mi situación viene para Santa Fe. Estuvo tres horas rezando en Terapia Intensiva. Cuando salió se vino para la casa de mi vieja y habló con mi mujer, con mis hijos y mi madre ‘Marilú’ y les dijo: ‘Estuve rezando por Claudio. ¿Él no les comentó de Mama Antula?‘”.
“No les había comentado porque no sabía nada“, señala y continúa “le dijo a mi familia: ‘Hay mucha gente que ya le está rezando, vamos a rezar’. Dejaron una estampita conmigo”.
“Un amigo mío con el que hicimos el secundario dice: ‘Ustedes me dijeron que no reacciona y se mueve’. Y mi mujer le dice: ‘No, no se mueve más’, pero él les indicó: ‘Yo le hablo y mueve los dedos”.
Llamaron a los médicos, fueron a ver y era cierto. “Me empezaba a mover, empecé a reaccionar. El pronóstico era vida vegetativa, no va a ver, no va a escuchar, no a caminar nunca más y de pronto empecé a reaccionar”.
“¿Adónde estamos?”, preguntó a los cinco meses. Claudio no sabía qué había pasado y de a poco, se fue enterando de lo que acontecía.
Mama Antula
Ni Claudio ni María Laura conocían sobre la beata Mama Antula. “Hay milagros a cada rato, pero tienen que estar documentados y pasar varios procesos. Cuando se lo propusieron a mi señora, vino el obispo de Santa Fe, monseñor José María Arancedo, y me dijo: ‘Nunca hice esto'”.
La recuperación de Claudio estaba lejos de tener una respuesta científica, ¿había sido la intercesión de Mama Antula?
Para Claudio, su recuperación le parecía “natural, pero no es tan natural”. Tuvo que aprender todo desde el punto cero.
“Con el papa nos hicimos amigos, enemigos, me confesó muchas veces”.CLAUDIO PERUSINI
“Todo es un aprendizaje, empezar a caminar, animarse a nadar, a meterse abajo del agua, a andar en bicicleta. Me subía a la bicicleta y las manos me temblaban, como si fuese un chico”, recuerda y acota “no soy el mismo de antes, pero hago de todo. Todo lo hago más lento, pensando lo que estoy haciendo“.
Comparte que “hay otra cosa que es fundamental: tuve apoyo, tenía a mi mujer que continuamente me estaba ayudando. El apoyo es fundamental. Mi tío, que tiene 81 años, me decía: ‘Vos podés, vas a poder, no se te va a notar, dale, dale, dale'”.
La instancia arquidiocesana del proceso de canonización de la beata santiagueña María Antonia de Paz y Figueroa cerró el 18 de diciembre de 2018, con una misa de acción de gracias de la que participaron Claudio y María Laura.
Lo que vendría después tampoco se lo imaginaban. Este martes 24, el boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede comunicó que el papa Francisco había autorizado la promulgación del decreto relativo al milagro atribuido a la intercesión de la beata María Antonia de San José.
Francisco
Al papa, Claudio lo conoció como el provincial de los jesuitas en 1976, en Santa Fe.
“En esa época tenía 17 años, mi vieja ‘Marilú’ estaba embarazada de mi hermano más chico y me dice: ‘Si llega a haber un cura de otro lado, avísame, me quiero confesar'”. Esa tarde Bergoglio celebraba la misa. “Termina la misa y le digo: ‘Jorge, mi vieja quiere confesarse’. Ningún problema. Mi vieja salió muy feliz y ella misma me dijo: ‘Le va a ir muy bien‘ y así fue“, recuerda.
El vínculo se mantuvo y Bergoglio y “Marilú” se hablaban por teléfono. Tiempo después él pasó a ser rector de la Facultad de Filosofía y Teología, “ahí también tuve una relación, nos hicimos amigos, enemigos, discutimos, me confesó muchas veces, yo no me quedaba callado”.
Por las secuelas del accidente cerebrovascular, Claudio realizó rehabilitación.
“Alguna vez, cuando mi mujer estuvo muy enferma y fuimos a Buenos Aires, le dije: ‘Creo que acá está Bergoglio’. Fuimos a preguntar y me dicen: ‘¿Tiene audiencia?’ y le digo: ‘Que yo sepa Bergoglio a los amigos no les da audiencia‘. Y salió (NdR: era arzobispo de Buenos Aires), es increíble, saludó a mi mujer, a mis hijos y esa fue la vez que lo vi en Buenos Aires”.
Pero no fue la última vez que tuvo contacto con él. Cuando aún estaba con sondas y usando sillas de ruedas, en plena rehabilitación, le avisaron que recibiría el llamado del ahora ya papa Francisco. “‘A las doce del mediodía va a llamar el papa’, por supuesto, lo dije en cocoliche y mi mujer lo explicaba. Él había hablado con mi vieja y le había comunicado que iba a llamar”.
En una nueva comunicación, Claudio le pidió al sumo pontífice: “‘Tenés que avisarme con tiempo si vas a santificar a Mama Antula, porque tengo que juntar la plata'”.
“Hace cinco seis meses estábamos tomando mate en Santa Fe y sonó el celular, decía: ‘Llamada desconocida’ y era él. No salía del asombro, hacía muchos años que no hablábamos”, comenta.
“‘Te llamo porque me habías dicho que te avise unos meses antes de la santificación de Mama Antula‘, me dijo, entonces le pregunté: ‘¿La vas a santificar?’ y me cambió de tema, le volví a preguntar y me cambiaba de tema”.
Es muy emocionante, pero además no nos imaginamos que iba a ser tan rápido esto y que iba a causar tanto despiole, no paran de llamar por teléfono, aparecen amigos que hacía años no veía.
“Aprobaron tu milagro para la santificación de Mamá Antula”, le escribió en un mensaje su sobrina Agustina desde Canadá. Así confirmó Claudio lo que el papa ya le había anticipado.
¿Cómo impacta en tu fe? “Nunca perdí la fe, yo soy un hombre de fe“, afirma y es cierto, así lo recuerdan muchos de sus alumnos.
Se espera que Mama Antula sea canonizada a inicios de 2024 en la plaza de San Pedro. Por estos días, reconoce: “Estamos sorprendidos, alegres y veremos qué pasa… es difícil viajar, sobre todo para los jubilados, pero es paso a paso, como diría un entrenador de fútbol“.
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