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Esta semana, el paisaje urbano de Río Gallegos se transformó con una “lluvia” de pelusas blancas que se cuelan por ventanas, cubren las veredas y se acumulan en cada rincón.

¿Qué son estas pelusas y de dónde provienen?

Este fenómeno, común en la Patagonia, se debe a las semillas de los álamos, árboles muy presentes en la región.

Las pelusas son en realidad semillas envueltas en una capa algodonosa, generada por el álamo negro (Populus nigra), especie que florece a finales de octubre y se mantiene hasta principios de diciembre. Este “algodón” proviene específicamente de la flor femenina, y es especialmente abundante en los álamos de la Plaza San Martín y otros puntos de la ciudad.

Los expertos señalan que el aumento de temperaturas en la última década ha provocado que los álamos produzcan más semillas, al tener más acceso al agua y mejores condiciones de crecimiento. Esta mayor proliferación de pelusas llega a obstruir bocas de tormenta y se esparce aún más con el viento.

¿Por qué estas pelusas causan irritación?

Aunque pueden confundirse con polen, estas pelusas no lo son; son micro-espinas que pueden provocar irritación al entrar en contacto con las mucosas.

Estas fibras tienden a pegarse en ojos, boca y nariz, siendo especialmente molestas para quienes usan lentes de contacto. Además de incomodidad, pueden causar conjuntivitis, rinitis y reacciones alérgicas en personas sensibles.

Cómo protegerse de la pelusa del álamo

Para evitar molestias, se recomienda cubrirse el rostro y usar gafas al transitar por áreas con alta concentración de estas pelusas. Aunque este fenómeno es estacional y ha sido observado desde tiempos ancestrales por los pueblos originarios, hoy en día afecta a más personas debido a la creciente cantidad de semillas en la región.

Las pelusas del álamo, aunque características de esta época, son también un reflejo de los cambios ambientales y el proceso natural de los árboles en la Patagonia, una región donde los álamos prosperan gracias a su resistencia a las bajas temperaturas.

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