Todavía hay vecinos que se trasladan a la periferia de la ciudad para deshacerse de su basura. El fenómeno se agravó durante el auge del conflicto con los municipales, pero perdura la costumbre y los trabajos del Municipio para mitigarlo no alcanzan. “Los vecinos tratamos de estar alerta”, dicen desde los barrios afectados. Estudios antropológicos advirtieron sobre cómo el entorno y el control social condiciona el comportamiento.
* Por Juan Suarez
Horacio volvía a su casa a las 12:30 de la noche y vio a unos hombres en una F100 tirando basura en un descampado. Frenó su vehículo en la esquina de Manzoni y Calismonti, llamó a la Policía y esperó. Sin embargo las luces alertaron a los hombres de la camioneta, que apuraron la faena y salieron rápido por la Avenida Félix Ríquez. Veinte minutos después llegó la Policía.
“Los vecinos tratamos de estar alerta y tratamos de ayudarnos entre todos, pero no se puede hacer nada”, dijo Horacio a La Opinión Austral; “mientras llega la Policía los tipos se van y si los agarran no les pueden hacer nada”, agregó.
Los descampados del nuevo barrio Los Arrabales, ubicado entre el Secundario 36 y la calle 1 del San Benito, son unos de los, al menos, 30 minibasurales que tiene la ciudad a lo largo y a lo ancho.

En la costa de la reserva urbana hay un cartel que prohíbe arrojar residuos.
Desde una vista aérea Río Gallegos parece un campo minado de basura, cerca del centro de la ciudad, pero sobre todo en los barrios periféricos donde vecinos de todos los puntos se trasladan a arrojar sus desperdicios.
La mirada de los otros
No abundan estudios y profesionales que expliquen el comportamiento de las personas que las lleva a tirar los desperdicios que ellos mismos generan en la vía pública. Un artículo publicado en 2011 en la revista científica Space and Culture, que “explora y critica la vida cotidiana en las ciudades contemporáneas, el medio ambiente y los nuevos medios”, admite que “a pesar de su importancia en la actividad cotidiana, tanto en nuestros hogares y lejos de casa, se sabe poco sobre los mecanismos que utilizamos para descartar nuestros residuos cuando se considera como un fenómeno social”.
El artículo titulado “Colocación de residuos juntos: La creación compartida y la eliminación de la basura en un contexto social”, sostiene que las personas en público “diseñan sus acciones para prestar sus comportamientos como inteligible y rendir cuentas a los observadores”, es decir que actúan en función de que los están observando, aunque esto sea para mostrar que son “actores sociales responsables o que no lo son”.
Es decir, que no se trata sólo de la voluntad de la persona que arroja basura al suelo, además está condicionado por la mirada de los otros y también por el lugar. Por eso en Punta Arenas, cuando podíamos viajar, no hacemos lo mismo que en Río Gallegos.
El trabajo se trata de una investigación etnometodológica que toma como supuesto que todos los seres humanos tienen un sentido práctico más allá de las normas que utilizan en la vida cotidiana. El estudio versa sobre si las personas tiraban o no la basura en distintos tachos de basura (bien a la vista y más ocultos) en una plaza, y si se esforzaban o no por intentar que sus desechos se mantengan en los cestos.
Mirá el mapa y las fotos de los mini basurales de Río Gallegos:
Mandanos la ubicación del basural en tu barrio (y, si tenés, una foto) para intentar erradicarlo. Whatsapp Redacción LOA: 02966 15381238.
La basura y el crimen
En el papel que juega la visibilidad, los autores de la investigación encontraron una “conexión” entre la basura y el crimen. “Los espacios urbanos y suburbanos en mal estado o alentadores conducen a un mayor riesgo de delincuencia en esas áreas. Los lugares que ofrecen oportunidades para la acción” y por ello sugieren que la “vigilancia natural es un importante elemento disuasorio”.
En esto, como se puede comprobar en el sector costero de la Reserva Urbana, no alcanza con la presencia de carteles de prohibición. De hecho puede resultar contraproducente.
Otra investigación, titulada “El efecto de reversión de señales de prohibición”, publicada en la misma revista, argumenta que las señales pueden fortalecer el control, pero también “pueden debilitar la influencia de las normas” cuando se observa que no se cumple y que no hay nadie que las haga cumplir.
Martín Toledo, presidente de la Junta Vecinal del Barrio Gaucho Rivero, recordó que el basural en el margen de la Reserva Urbana sobre calle Prefectura Naval y Alvear comenzó “cuando el área de recolección estuvo de paro con el Municipio y al mismo tiempo las cloacas estaban rebalsando en distintos sectores. Los que iban al Vaciadero se encontraban con las lagunas y era imposible llegar, entonces la gente tomaba la decisión de arrojar la basura en la reserva costera”, se lamentó. A pesar de que ahora se puede llegar sin inconvenientes al Vaciadero, la gente sigue arrojando sus residuos al lado de la basura que ya está ahí.
En la otra punta de la ciudad, el presidente de la Junta Vecinal del barrio San Benito, Javier Santo, no tardó ni 5 minutos en enumerar cinco mini basurales que tiene en la zona. Para él, el Municipio debería aplicar fuertes multas a quienes arrojen basura en la ciudad. El inconveniente resulta en poder detectar y sorprender a los infractores.
Detrás de los barrios nuevos Los Alerces, Virgen del Valle y Los Alamos, que están por ser incluidos en el ejido urbano municipal, hay todo un acceso vial rodeado de mugre. “Asco me da ingresar por acá al barrio, porque es muy triste ver cómo está todo”, dijo Silvina Sandoval, referente de Los Alerces.
-¿Quién gasta tanto combustible en ir hasta allá a tirar su basura?
-Tenemos un grupo entre los tres barrios donde los escrachamos. La mayoría viene de otros barrios cercanos, igual hace rato que ya no porque siempre los escrachamos, viene algún vecino, les habla y les dice algo- contó Silvina sobre la calle que da acceso a las canteras.
“Estamos a pocos metros del barrio, se llena de roedores y hay muchos niños y se llena de enfermedades. Ojalá alguien pueda venir a limpiar”, solicitó.
En el otro extremo, Javier Baroli, un vecino que se preocupa por el desarrollo en el Barrio La Herradura, precisó que a metros de su casa hay uno en la calle Duncanman (conocida como Pasaje Pichilo) y calle 1, camino San Benito y Bicentenario. Por ruta 3 marcó el mini basural que formaron en el ingreso al aeroclub: “Es un basurero a cielo abierto, está todo lleno de bolsas, sobre la calle 38, donde pusieron el depósito de autos”, indicó.

Detrás del santuario del Gauchito Gil sobre ruta 3, hay un gran basural.
Cerca del centro
En dirección a la ciudad, la mayoría de los referentes barriales consultados mencionó el basural en el acceso al San Benito y a Los Lolos por calle 22, detrás del gran santuario en homenaje al Gauchito Gil. “Es muy irónico porque ahí hay carteles de prohibido tirar”, agregó Daniela Teshka Collinao de Quiero un Río Gallegos Limpio y la Asamblea por el Medio Ambiente.
“El de Laguna Marina es un basural enorme, la quisimos limpiar en tres jornadas seguidas con la Agencia Ambiental y no pudimos. Antes de llegar a la laguna la gente va a tirar sus cosas. La última vez que fuimos a limpiar tiraron pan y estaba lleno de gaviotas”, recordó. También persisten los residuos sobre la Avenida Gregores, pasando el acceso a la UNPA, camino a la reserva.
“Uno que conozco bien grande dentro de la ciudad es el que está atrás de la cancha del Ferro, habían limpiado y ahora la gente volvió a tirar basura. Como está toda la chatarra y atrás está la cancha es como un lugar fácil para ir a tirar basura”, agregó Collinao. También hay uno cerca de la maderera que está detrás de la Laguna María La Gorda.
“Nosotros en nuestro barrio no tenemos lugares grandes donde haya basurales, lo que sí tenemos son baldíos en algunos puntos donde lo vecinos suelen tirar”, respondió Juan Alvarado, presidente de la Junta Vecinal del Barrio Belgrano, en referencia a los barrios urbanos.

Municipio limpió un minibasural cerca del barrio Procrear, a la vera de la ruta 3.
Insuficiente
En esos puntos, es frecuente que alrededor de los volquetes que dispuso la Municipalidad se conviertan en mini basurales temporarios. Vecinos de los Barrios 499, 240 o más cerca del centro en calle Alfonsín entre Onelli y Pasaje Quiroga o Tucumán entre Buenos Aires y San Juan.
Resulta difícil ver personal del Municipio juntando la basura fuera de las bolsas que están dentro de los contenedores. De vez en cuando el área de Obras Públicas y Urbanismo realiza tareas con el aporte de camiones y máquinas retroexcavadoras a través de la Emergencia Sanitaria y personal de la Dirección de Obras Viales, pero es evidente que no alcanza.
Recicladores buscan residuos a domicilio
A pesar de que en la ciudad no existe la costumbre masiva de separar los residuos en la casa, varias personas lograron darle una vuelta de rosca a la situación de la basura y buscaron darle un uso. Algunos reciclan, otros lo compactan y lo venden para que otra empresa reutilice lo que otros desperdician.
Cartón, tapitas, plástico, botellas, tetrabrick, latas de gaseosas y conservas, bochas de heladera, cobre, bronce, plomo, radiografías, papel de diario, pallets, botellas de vidrio y de plástico, bolsas plásticas, rollos de papel y telgopor. Todo sirve y muchos pasan a tu casa a buscarlo.
Uno de los que recibe casi de todo es Yeye, que vive en Gervasio Posadas 952. “El no lo recicla sino que lo manda a otro lado, y al menos paga algo por lo que le lleven”, contó Daniela Collinao.
Si bien ahora no tiene afiladas las cuchillas y no puede hacer el trabajo, Flavio Ríos recibe botellas plásticas y las tritura. Tiene un proyecto para hacer ecoladrillos, pero nadie le prestó colaboración para poder desarrollarlo. En tanto, cuando puede vende lo que tritura a una empresa que construye tanques de agua y carteles viales. Su teléfono es 15-528941 y 15-468256.
Uno que retira a domicilio es Leonardo Artieda. Hay que llamarlo al 15-574223 o al 15-473078 para que busque papel, cartón, latas y plástico (bolsas y botellas).
Hay muchos más. Bajo el hashtag #YONOTIROBASURA la Agencia Ambiental de Río Gallegos, que depende de la Municipalidad, compartió un listado de centros de recuperación de la ciudad. “Recordemos que no todo es basura, para muchas personas es materia prima”, dijeron, pero para muchos pasó desapercibido.
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