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*Por Juan I. Martínez Dodda
Agua es vida, sea para los humanos o para los animales y las plantas. Un primer dato es la existencia o no de un recurso hídrico. Ahora bien, la segunda, no menos importante, es si esa agua puede ser utilizada y para qué según su calidad. En este último aspecto se focaliza la última recomendación hecha por especialistas que impulsan el uso de Índices de Calidad de Agua (ICA) con fines productivos.
“Conocer la calidad del agua es clave para una buena planificación productiva, en especial cuando la accesibilidad al recurso es limitada y su monitoreo suele implicar altos costos”, expusieron en un informe el Grupo Forestal Agrícola y Manejo del Agua del INTA Santa Cruz, la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, la Secretaria de Estado de Ambiente de Santa Cruz y el Laboratorio Regional de Investigación Forense, quienes evaluaron el estado de ríos y arroyos de la región sur de Santa Cruz y destacan que los ICA representan “una herramienta eficaz y de sencillo uso para productores, técnicos y tomadores de decisión, para asegurar un monitoreo permanente”.
“Estudiar y monitorear permanentemente el agua suele ser caro y, dependiendo del interés de un trabajo, las interpretaciones no suelen ser sencillas”, expresó el ingeniero Boris Díaz, del grupo Forestal Agrícola y Manejo del Agua del INTA Santa Cruz. Y aportó: “Estos son dos de los motivos por los cuales, en general, los establecimientos agropecuarios o incluso los organismos públicos tomadores de decisión suelen desestimar el análisis de la calidad de agua como un indicador útil para su gestión”.
La clave es que los ICA permiten evaluar la aptitud del agua para distintos usos como riego o bebida animal con pocos análisis y una simple formulación matemática. Estos índices reducen significativamente los costos de análisis en laboratorio y permiten tomar decisiones con mayor agilidad. Dos puntos claves son los riesgos de salinidad y sodicidad de un agua de riego, o el grado de mineralización de un agua que se le da a los animales.
Calidad “dinámica”
La calidad del agua no es un atributo fijo: “Es un aspecto dinámico, con atributos que tienden a mantenerse relativamente constantes, otros que cambian dentro de un rango acotado de valores, y otros que varían notablemente, afectando la calidad para un uso específico”, dijo Díaz. Y es esencial asegurar un monitoreo constante.
“Trabajar con unos pocos indicadores permite monitorear todo el tiempo lo que está pasando tanto en un río o un pozo”, lo cual es clave para anticipar acciones correctivas o preventivas.
Por otro lado, el investigador consideró que “los ICA también representan una herramienta de gestión para los tomadores de decisión pública, dado que permiten monitorear la dinámica natural de las fuentes y los impactos ocasionados por los usuarios de los recursos hídricos”.
“Inseguridad hídrica”
¿Cuánta agua queda? ¿Qué recursos están más complicados y cuáles subutilizados? ¿Qué herramientas y tecnologías se pueden usar para un mejor aprovechamiento? Todas estas preguntas también son importantes y se han hecho los estudios pertinentes para encontrar respuestas.
Boris Díaz le dijo, en exclusiva, a Santa Cruz Produce que “varios ríos de caudal permanente han comenzado a transformarse en intermitentes en años recientes, así como en diversas zonas de la provincia existe evidencia de recursos hídricos subterráneos en los que el agua comienza a alejarse de la superficie, esto sucede como consecuencia combinada de su explotación y una caída en la oferta natural de precipitaciones, contribuyendo así a escenarios futuros de inseguridad hídrica“.
De los años de estudio se desprende que las lagunas de estepa, propias de las zonas central y costera de la provincia, comienzan a evidenciar ciclos de vida más cortos dentro del año, recargándose sólo durante breves momentos a la salida del invierno, pero secándose rápidamente a mediados de la primavera, incluso en 2021 y 2022, en el centro de Santa Cruz, no llegaron a llenarse.
¿Qué pueden hacer los productores ante esta situación? “Lo más importante al alcance de los productores, -dijo Diaz-, es la adaptación tecnológica ante estos cambios, pero la misma no puede lograrse sin la intervención y acompañamiento de los tomadores de decisiones públicos, formadores y aplicadores de políticas públicas, en incluso de instituciones de investigación”.
Para el investigador, “la inversión en tecnologías que garantice un uso eficiente del agua resulta un punto crítico“. En tanto es necesario la inversión pública que “aseguren la existencia de políticas duraderas, apropiadamente gestionadas y financiadas para que se pueda hacer una planificación hídrica con reglas claras” que garantice a los productores que sus inversiones serán rentables.
“El conocimiento acumulado hasta ahora evidencia escenarios futuros de escasez de la oferta natural“, ensayó Díaz como advertencia. No obstante, la otra cara de la moneda es que “hay herramientas para desarrollar una planificación hídrica y apoyar procesos de toma de decisión“. Aunque es necesario acelerar los procesos de modernización, un trabajo que debería ser realizado entre públicos y privados.
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