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“La noticia no cumple jornada de oficina”, por Irene Stur
Me declaro humilde y orgullosa como una periodista idónea. Este hermoso oficio me encontró, no lo busqué. Pero desde que eso pasó, hace más de 30 años, el lazo estuvo siempre atravesado por las mismas características que aún hoy perduran en mi; el amor y la pasión por lo que hago.
¿Equivocarme? Mil veces, porque somos humanos y por lo tanto el error está a la vuelta de la esquina. Pero tantas veces como me equivoqué, fueron las veces que traté de enmendar el error. Mucho de los cuáles me llevaron hasta dónde estoy hoy.
Elegí (o me eligió) un oficio que muchas veces parece ingrato, que no reconoce fines de semanas o feriados ni horarios. Porque la noticia no cumple jornada de oficina.
A meses de “jubilarme” en lo formal, crece en mi, la convicción que la “jubilación real” me llegará el día en que la pasión por lo que hago se escape de mi cuerpo. El día en que ya “no tenga” ganas ni curiosidad por la noticia, ese día será el que diré “basta para mi”. Mientras tanto, detrás de un micrófono, detrás de una computadora, estaré tratando de informar, de la mejor manera, y siempre con la misma premisa que abracé el primer día que inicié el camino en esta hermosa profesión. Tal como entiendo y vivo el periodismo: Con pasión, compromiso y por sobre todas las cosas: honestidad.
“No amamos lo suficiente a los periodistas”, por Pablo Manuel
Hacer periodismo en Argentina para una persona de la mediana edad supone unos cuantos desafíos. Desde los económicos hasta los de adaptarse a las nuevas herramientas como las de la inteligencia artificial. No es la primera vez. A lo largo de los últimos años el periodismo ha pasado por números retos. Pero lo que ocurre en la actualidad, en medio de cambios tecnológicos y de prácticas de consumo, con una inédita disminución de la credibilidad, pone a la profesión ante un panorama complejo. Habrá que ser creativos, pero también estrictos en la ética con la que desarrolle la práctica. Los cambios siempre, tarde o temprano, se imponen, pero eso no significa perder la esencia misma del periodismo.
La rigurosidad en el dato, el respeto por la fuente, el chequeo de la información, la narración clara… nada de eso es hasta el día de hoy suplantable.
El rol del periodista sigue siendo esencial ante la enorme cantidad de “información” de las redes sociales; en medio de la guerra de discursos donde prevalece el odio, donde se busca confundir más que clarificar.
El rol del periodista es central porque permite separar la paja del trigo, entender los procesos sociales desde la complejidad y no desde discursos lineales o de bajo contenido; permite hacer preguntas, cuestionar ante afirmaciones absolutas y falsas dicotomías que quieren hacernos creer que todo es blanco o negro. A los periodistas también hay que amarlos porque escribir la historia en presente tampoco es fácil. También es responsabilidad de la sociedad elegir bien a sus periodistas.
Aun en este mundo cambiante, sigo llegando a la redacción con la misma ilusión que tenía hace 20 años, cuando comencé. Pero ojo, que no nos roben la mejor profesión del mundo.
“Los periodistas nos sentimos violentados”, por Juan Suarez
Los periodistas, nos sentimos violentados desde hace mucho tiempo, y más aún en estos momentos. Nos sentimos violentados porque recibimos salarios de pobreza y porque en los últimos años hemos tenido que soportar agravios y ataques por parte de sectores de la sociedad con mucho poder; con alarmantes llamados y convocatorias abiertas a la violencia dirigidas a quienes practicamos el oficio de contar lo que sucede.
Nos sentimos violentados porque tenemos que buscar otro trabajo para poder cubrir el costo de vida. Las exigencias terminan por generar problemas de salud mental, lo que también atenta contra nuestra calidad de vida. Nos sentimos violentados porque la desinversión en las áreas periodísticas, tanto por parte del Estado como de las empresas privadas, termina por empeorar la libertad de expresión, la calidad periodística y el trabajo de todos los días.
“Enamorados del periodismo”, por Carlos Raúl Zapico
Hoy es el Día del Periodista, festejo que homenajea a todos los que de una u otra manera son la unión entre la sociedad y los hechos que se suceden en ella, algunas veces con mucha objetividad y otras con el carisma y la voluntad de quienes interpretan esos hechos.
Por eso, siento que tratar de contar lo que sucede no es sencillo, no es fácil, y necesita de una gran responsabilidad y sentido común, algo que tampoco es fácil de encontrar y por ello, muchas veces nuestra profesión es discutida a favor o en contra.
Pero lo que sí es una realidad tangible es el amor y el cariño que cada uno le pone a su trabajo, a lo que hace, a lo que dice, a lo que escribe, porque es justamente tratar de brindar de la mejor manera los hechos a la sociedad y repetirlos desde una óptica muchas veces personal, y por ello cada uno de nosotros está enamorado de su trabajo.
Ese respeto hacia sí mismo se manifiesta en el respeto hacia los demás, algo que los periodistas hemos asimilado a lo largo de la vida, por eso nuestro festejo y por eso nuestra alegría con un festejo de esta calidad, que nos invita a seguir siempre por el mismo camino.
“Detrás de cada historia hay personas”, por Rocío Domínguez
“La rara felicidad de los tiempos en los que pensar lo que quieras y decir lo que piensas está permitido”, decía la portada de La Gazeta de Buenos Ayres, la primera publicación de prensa del país. Aquella frase resumía el espíritu del movimiento independentista que le dio origen. Hoy, 215 años después, aquella frase sigue resonando, aunque con un gusto distinto.
En esta era marcada por las redes sociales, donde todos dicen lo que piensan y la información circula a la velocidad de un clic —copiosa, desordenada, impactante e imparable—, también crecen la desinformación y los discursos de odio. En ese contexto, el periodismo tiene el desafío urgente de reinventarse: ser inmediato, sí, pero sin perder la responsabilidad, ser preciso y ético.
Si soy honesta, elegí esta profesión un poco porque no sabía que estudiar y un poco porque siempre me gustó saber de todo. Como buena millennial, crecí con un pie en lo analógico y otro en lo digital. Nunca imaginé que esa curiosidad se transformaría en un trabajo constante: escribir de todo un poco, vivir con el pulso de la actualidad y, en medio del vértigo de los datos, aprender a bajar a la realidad.
Ser periodista es saber incomodar cuando hace falta, pero también ser empática siempre. Es escuchar, verificar, contextualizar, y sobre todo, no perder de vista que detrás de cada historia hay personas. Y que nuestro rol, más allá del ruido, sigue siendo el mismo: contar con claridad lo que pasa y por qué importa.
El desafío de adaptarse a las IA sin perder la mirada crítica
“Ser periodista hoy implica un desafío tan grande como apasionante. En un escenario marcado por la IA y las plataformas digitales, el oficio se transforma todo el tiempo. Ya no se trata solo de contar lo que pasa: también hay que chequear, poner en contexto, desmentir fake news y aprovechar las herramientas digitales sin dejar de lado una mirada crítica“, analizó Andrea Daufí.
“Reconocer y saludar a compañeros, compañeras y colegas que día a día se esfuerzan por informar con responsabilidad. Atravesados cada vez por más tecnologías, como la IA, hay una marcada necesidad de continuar adaptándonos para sostener un oficio muchas veces bastardeado y poco reconocido“, señaló Juan Manuel Reyna.
En este sentido, Nicolás Farías expresó que “nada se compara con la devolución de la gente cuando lee sus notas. Cuando me cuentan que se vieron reflejados en una tapa o comparten orgullosos en redes, siento que todo cobra sentido. Esa gratitud me empuja a seguir contando sus historias”.
“Destaco el desafío que afrontamos todos los días con responsabilidad y un compromiso con la verdad. El periodismo es una de las bases para que funcione la democracia. Un saludo a todos mis compañeros y colegas que demuestran que, pese al avance de la IA, realizan una impecable tarea”, concluyó Martín Muñoz Quesada.
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