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En la vereda del local de La Libertad Avanza en Santa Cruz, la Marcha Federal del Orgullo LGBTIQ+ celebró la movilización. Cantaron, bailaron, se abrazaron y además, se besaron.
La foto de la tapa de La Opinión Austral, el único diario impreso de la provincia, fue el beso de Sebastián y Clau rodeados de la multitud y con Jairo Henoch Guzmán a sus espaldas mirando hacia otro lado.
En 2019, cuando Río Gallegos recibió al primer Campamento Artístico Curatorial, Agostina Junge Paz y Nair Gramajo crearon una microescena teatral llamada “Besos Negros”, donde personificaron a “Rami” y “Lucho”, dos petroleros que se besaban en diferentes puntos de la ciudad.
Los besos entre dos personajes no heterosexuales resonaban; seis años después pareciera que en Santa Cruz no cambió mucho.

Sebastián Triviño y Clau Bidegain se conocieron mientras hacían sus doctorados en Córdoba en 2016 y hace ocho años y medio son pareja.
“Nos pareció importante ir a la marcha porque los mensajes de odio provocan violencia, ataques, asesinatos a las personas por fuera de la heterosexualidad, también la pérdida de Derechos Humanos, como el derecho a la identidad”, señala Clau a La Opinión Austral. Apunta además que “nos asocian a pedófilos cuando generalmente las personas del colectivo sexodisidente hemos sido las personas abusadas por heterosexuales, suele ocurrir en el ámbito intrafamiliar y en diferentes instituciones de la sociedad heterosexual”.
Darse un beso en la marcha fue idea de otras personas, pero “fue muy espontáneo, muy auténtico, besarnos es parte de nuestra relación, pero evidentemente en Río Gallegos besarse en la vía pública todavía genera un acto de irreverencia“, dice, dando una explicación que no debería estar realizando en el Siglo XXI.
“La gente cuando ve un beso entre personas heterosexuales jamás diría algo, ha sido penalizado inclusive como pasó con el beso de dos mujeres en la estación Constitución que fueron detenidas”, recordó sobre lo que sucedió con Mariana Gómez y Rocío Girat en 2017.
“Debería poder interpretarse y leerse como un gesto amoroso, pero se lo sexualiza, se le pone toda una carga de perversidad, de pedofilia, de cuidado con los niños y, ¿por qué no pueden ver los niños, las niñas, les niñes, a dos personas que no son heterosexuales besándose?”, pregunta Clau, que es de identidad no binaria.
“El ‘escándalo’ de ver a dos personas besándose y amándose es lo que genera tanto odio, parece que también genera odio el amor, esperan algo diferente y lo que tenemos para darles es amor y vincularidad saludable, cosa que a veces no ocurre entre personas heterosexuales porque muchos terminan en femicidios. Hay mucho para revisar de qué representa el beso entre ‘Seba’ y yo, para nosotros fue un gesto amoroso y activista simplemente”, reflexiona y acota “tengamos en cuenta que somos dos personas que nos estamos besando con completo consentimiento entre dos personas mayores de edad”.
“No nos parece que esto esté traumando a las infancias, el trauma de las infancias es el abuso, es la violencia en el hogar, es la pobreza, es la vulneración de los derechos“, subraya.
Cerrando, Clau sostiene “pareciera que para la gente toda expresión que no sea la heteronormal, la esperada, la binaria, es una provocación a algo y simplemente une está haciendo lo que desea, está queriendo ejercer su derecho a la identidad“.
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